viernes, 10 de agosto de 2018

SEDEQUÍAS EL REY MALO. 
(Relacionado con la salida de Lehí de Jerusalén)

Profesor Javier Tovar
1 (2018)

RESUMEN: Estaba escuchando un audio del Libro de Mormón en una noche, y cuando escuche que Lehí había vivido en Jerusalén, justo cuando el rey Sedequías reinaba, sentí un impresión fuerte de conocer mas de este controversial rey. Además quería saber porque Jerusalén se encontraba en peligro de ser destruida. Me pregunté; ¿cómo era el comportamiento del rey en ese momento y que tan malvado era como para llevar a Jerusalén a la destrucción?. Me surgieron muchas dudas que antes no había tenido.
Aún mas, pensé:¿para que me sirve conocer los hechos históricos de Sedequías?

Las preguntas iniciales me llevaron a investigar y encontré que Sedequías fue el nombre que el rey babilónico Nabucodonosor le puso al que también fue su vasallo. Su nombre original era Matanias.  El significado del nombre Sedequías que encontré es el de “Yahveh  es mi rectitud”, o algunos dicen “Yahveh es mi justicia” . 
Quizá en el año 597 a.C. fue cuando empezó a gobernar.

Mas o menos en el año 600 a.C. (en total coherencia con la Biblia), 1 Nefi:13 señala que Jerusalén iba ser destruida y que algunos perecerían por la espada, y que muchos serían llevados cautivos a Babilonia. Las palabras “Jerusalén”, “espada” y “cautivo” me dejaron pensando mucho, así que una lectura cuidadosa de los textos sagrados dejaron una enseñanza eterna para mi. Les explico porque.

Sedequías fue el último rey judío que vivió muy alejado de Dios . Este alejamiento hacia que los profetas de su época fueran apedreados y asesinados por invitar a la gente al arrepentimiento. Justo ahí, el Libro de Mormón menciona que Lehi (uno de los profetas de Dios de esa época), también hablaba del arrepentimiento, del Mesías, y de abandonar sus abominaciones, pero nada lograba, solo enfurecía a la gente que incluso deseaban matarlo también. (1 Nefi 1:20).
Sedequías fue un hombre malo. Fue llamado como rey a la edad de 21 años, hacia lo incorrecto e ignoraba los consejos de los profetas, principalmente el del profeta Jeremías (Jer. 34:3).
Siendo inicua la cabeza, todos los demás también lo eran, el comportamiento de los sacerdotes era inapropiado y con esto prevaleció la maldad en Jerusalén.

En este contexto, el rey de los caldeos toma la ciudad y mata a espada a los jóvenes de la ciudad, de manera implacable asesina también a niños y ancianos, no perdonando nada ni nadie. Profanan el templo y roban sus utensilios, lo mismo pasa con los tesoros del rey. Se llevan el botín a Babilonia.

¡Cuánta razón tenía Lehi!. ¡Que bien encaja lo dicho en el Libro de Mormón con lo escrito en la Biblia!.
La obediencia de Lehí de salir de Jerusalén, salvó la vida de él, de su familia y de los que le habían creído. El salvó a su familia de una muerte real, no solo eso, sino que por su fe  y obediencia fue una bendición para las posteriores generaciones, tal como nosotros, sus descendientes.

La historia del Rey Sedequías es horrorosa, triste, muy fea. Sus pecados fueron muchos, pagó bastante caro su alejamiento de Dios y los profetas, con horror fue testigo de la muerte de sus hijos por degollamiento. Por si fuera poco le sacaron los ojos y ciego lo llevaron a su encarcelamiento en Babilonia, inclusive hasta el fin de sus días.

Cuando uno lee las malas acciones del rey, cuando nos enteramos de sus vilezas y pecados, podríamos pensar cosas como; ¡Que mal estuvo Sedequías!, ¿por qué no habría escuchado a los profetas?, ¿por qué se alejo de los estatutos de su religión, y de su Dios?, y así podríamos estar preguntándonos cosas como estas.
Sin embargo, el punto central, y  lo que les quiero compartir es lo siguiente: 
¿De que me serviría leer un relato “histórico” de un Libro Sagrado?, ¿Cuál sería la finalidad de leer esta narración?.
Parece ser que cuando leemos una historia similar, creemos que la escritura se refiere a “otros”. Decimos; ¡que mal estuvo Sedequías!, ¡eso no debió hacer!, y cosas similares.

El punto fino de las enseñanzas canónicas está en hacer mía esa experiencia aprendida. Es muy posible que en este mismo momento mi vida este igual o peor que Sedequías, o bien que este en vías de tener una vida como la de él. Es posible que no este viendo mi interior y solo veo el exterior, eso que no me compromete ni me responsabiliza de nada.

Ahora les diré la enseñanza que me dejó la investigación: La iniquidad nos destruye (destruye nuestro templo), hacemos daño a nuestra familia (por espada), sin arrepentimiento tenemos ceguedad, la ceguedad nos hace cautivos, el cautiverio nos lleva a la muerte.
¡Que tesoro tan hermoso!. Observen que es el mismo proceso que vivió Sedequías.

Aun mas. Lehi en el Libro de Mormón, nos advierte de lo mismo que se le dijo a Sedequías: 
Voy a parafrasear lo escrito en 1 Nefi 1:13 

“…¡Ay, ay de ti, Pepe, María, Lalo, porque he visto tus abominaciones…” , y si no se arrepienten , “…perecerían por la espada y muchos serian llevados cautivos a Babilonia ”.

La misma enseñanza bíblica está en el Libro de Mormón. Incluso observamos que Lehi estaba perfectamente enterado de la profecía relacionada a Sedequías.

¡Y por supuesto la escritura nos está hablando a “nosotros mismos”, no se refiere a nadie mas!. 

CONCLUSIONES.
Dentro de lo mas destacado para mi está lo siguiente: 
La Biblia es la palabra de Dios, contiene narraciones con enseñanzas muy profundas. El Libro de Mormón, en este caso, encaja perfectamente con la Biblia. 
Claro ejemplo es la historia narrada del Rey Sedequías y las palabras que cita Lehi en el Libro de Mormón.

Lo que al parecer es una reseña histórica de Sedequías, en realidad es un experiencia personal con el objetivo de advertirnos de las consecuencias del pecado.
La secuencia de lo hechos trágicos de Sedequías es increíblemente progresiva: Desobediencia, destrucción de nuestro propio templo, daños colaterales (muerte por espada a sus hijos), ceguedad, cautiverio.

Es digno de rescatarse lo escrito en el Libro de Mormón: Después de que Lehi advierte que debemos arrepentirnos, y de citar lo que pasó en Jerusalén con Sedequías como rey. Después de esto, vienen las palabras sabias, el bálsamo para el alma, las palabras de Nefi:

 “…Pero he aquí yo os mostraré que las entrañables misericordias del Señor se extienden sobre todos aquellos que a causa de su fe, él ha escogido para fortalecerlos, sí, hasta tener el poder de librarse”.  

Lo que le faltó a Sedequías fue arrepentirse a fin de que las “entrañables misericordias del Señor” hicieran efecto en él. No escuchó a los profetas.
Pero no olvidemos, en el fondo las palabras no están dirigidas a Sedequías, ¡son para nosotros!. 
¿No es esto tener poder a través de la lectura cuidadosa, de los Libros sagrados?

(El autor está agradecido con Pilar Fernández porque su entusiasmo me ha contagiado y ha renovado mi deseo de investigar).


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