lunes, 6 de marzo de 2017

EL CULTO A LAS MONTAÑAS EN EL CERRO DE SAN MARTIN PAJAPAN.

En la región de San Lorenzo, Veracruz, el centro olmeca más importante entre 1150 y 850 a.C., se encuentran varios ejemplos del culto a las montañas. El sitio está situado en la cima de una gran meseta que se eleva 50 m sobre las riberas de la cuenca del río Coatzacoalcos. Aunque la mayoría de las montañas visibles desde la meseta de San Lorenzo son lejanas, existe evidencia arqueológica de que los olmecas realizaban peregrinaciones religiosas a dos de ellas.

Este es el cerro de San martín Pajapan, el cual, también fue objeto de culto desde hace muchos años. No se sabe desde cuando pero se creé que es desde el pre-clásico por el monolito que se hallo arriba de dicho cerro.

(Foto Javier Tovar)

Los Tuxtlas, 50 km al norte de San Lorenzo, es visible desde el sitio. En 1897, el topógrafo Ismael Loya descubrió una gran estatua en el volcán San Martín Pajapan, una de las cimas más prominentes de los Tuxtlas. Esa estatua, el Monumento 1 de San Martín Pajapan, es considerada hoy en día una de las obras maestras del arte olmeca y su presencia en esa montaña es una evidencia clara de que el volcán fue muy reverenciado por los olmecas, quienes se tomaron el trabajo de transportar la escultura de 1 200 kg hasta la cima.





El arqueólogo veracruzano Alfonso Medellín Zenil analizó la escultura en 1968 y descubrió que esta gran figura antropomorfa de piedra estuvo asentada en una pequeña plataforma rectangular. En las excavaciones en el interior de la plataforma se descubrieron tepalcates pertenecientes al Preclásico, el Clásico, el Posclásico y de la era moderna, así como cuentas de jadeíta y parafina y cera utilizados en rituales más recientes. En su artículo “El dios jaguar de San Martín” (1968), Medellín Zenil afirma: “Los indígenas popolucas y nahuas, pobladores del sistema montañoso de Los Tuxtlas, y sobre todo, los más próximos al cerro de San Martín [...] siempre supieron de la existencia de una escultura prehispánica a la que nombraban Chane, ‘el chaneque’ o nuestro ‘padre San Martín’[...] es algo que se respeta, se teme, se propicia y se venera”. Los restos arqueológicos de la plataforma en la cima de San Martín Pajapan demuestran que tanto la estatua como la montaña fueron reverenciadas desde hace miles de años. Medellín Zenil, preocupado por la conservación de la escultura, la trasladó hasta el Museo de Xalapa al terminar sus investigaciones.


 VER: “Cerros sagrados olmecas. Montañas en la cosmovisión mesoamericana”, Arqueología Mexicana, núm. 87, pp. 30-35.

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