lunes, 21 de octubre de 2024

"EL MESÍAS EN MESOAMÉRICA"

Por el Prof. Javier Tovar - de Central de las Escrituras

Conozco mucha gente que se confunde o se sorprende cuando alguien menciona que Jesucristo vino al continente americano después de su “Resurrección”.

Los Santos de los Últimos Días no tendríamos por qué sorprendernos de una afirmación de este tipo, sobre todo si tenemos testimonio de que el Libro de Mormón es verdadero, ya que por tener conocimiento pleno y verdadero, sabemos a la perfección que El Salvador vino a tierras americanas, aunque la historia académica de un país lo niegue.

(Pintura de Israel Trejo)

Entonces sí sabemos que el Libro de Mormón es verídico, no deberíamos tener duda de que Cristo vino a América, pues incluso la Biblia lo anunció:

“También tengo otras ovejas que no son de este redil; a aquéllas también debo traer, y oirán mi voz, y habrá un rebaño y un pastor”. (Juan 10:16).

El Libro de Mormón, menciona que en América se dieron señales tanto de su muerte como de su resurrección. (Helamán 14:20-27).

Cristo vino a América después de su Resurrección. La pregunta es: ¿a qué parte llegó?

Afortunadamente hay investigadores en todo nuestro continente y en el mundo, que tienen su propia opinión, y eso es como un trabajo multidisciplinario, donde unos investigan por un lado y otros por el otro. Yo comparto la idea de que el Libro de Mormón sucedió en el Área de Mesoamérica.

Aquí se habló mucho del "Dios de túnica blanca y barbado" que vino del cielo para estar con los hombres.

Al mencionado Dios vestido de túnica blanca que descendió del cielo a la tierra le llamaron "Quetzalcóatl", que significa "serpiente-quetzal" o “serpiente emplumada o “serpiente emplumada”, dando a entender que la serpiente representa la tierra y las plumas de quetzal representa el cielo. "El dios del cielo que bajó a la Tierra".

Los atributos de la figura representan los atributos de Jesucristo: ejemplo.  Las plumas de Quetzal. Qué es un ave hermosa con larga cola. Representan la belleza que está en el cielo, como Jesucristo.

El caracol blanco en su pecho es un espiral, representan la eternidad que es representativo de Jesús también.

(Quetzalcóatl, Códice Borgia)

La serpiente:

Suena raro que los mesoamericanos, representarán a Jesucristo como una serpiente en Mesoamérica, pero recordemos que también en Israel lo representaron igual. Lo podemos ver en la escritura donde al Salvador se le representó como una serpiente de bronce, y puesta en una hasta, curaba a todo aquel que la veía:

"Y Jehová dijo a Moisés: Hazte una serpiente ardiente y ponla sobre un asta; y acontecerá que cualquiera que sea mordido y la mire, vivirá”. (Números 21:8).

El quetzal.

El otro símbolo que se le tomó para representar al “Ser Divino”, en Mesoamérica fue el quetzal, ave maravillosa que tiene una cola de hasta 90 centímetros de largo, que cuando vuela se ve magnifica en los cielos. Fundidos los dos animalitos; serpiente y quetzal dan como resultado una “serpiente voladora”: una “serpiente emplumada”.

Cristo vino a América después de su resurrección, y quedaron muchas representaciones arqueológicas e iconográficas del importante suceso.

(Pintura de Israel Trejo)

Por todos lados hay evidencia de ello; por ejemplo Fernando Alba Ixtlixochitl menciona que:

Hallábanse en la mayor prosperidad, cuando llegó á esta tierra un hombre á quien llamaron Quetzalcóatl y otros Hueman, por sus grandes virtudes, teniéndole por justo, santo y bueno, enseñándoles por obras y palabras el camino de la virtud y evitándoles los vicios y pecados, dando leyes y buena doctrina; y para refrenarles de sus deleites y deshonestidades les constituyó el ayuno…

Los mesoamericanos sabían de un dios que era justo y bueno y les enseñó la virtud. Sabemos que la bondad y la virtud son atributos de Jesus.

…se volvió ~por la misma parte de donde había venido, que fué por la de Oriente, desapareciéndose por Coatzacoalcos~' y al tiempo que se fue despidiendo de estas gentes, les dijo que en los tiempos venideros, en un año que se llamaría Ce Ácatl, volvería y entonces su doctrina 'sería recibida, y sus hijos serian señores y poseerían la tierra, y que ellos y sus descendientes pasarían muchas calamidades y persecuciones; y otras muchas profecías, que después muy á la clara se vieron”.

En todas partes hay reseñas de la visita del Mesías a este continente. Para muchas personas puede ser nuevo este relato, para otras es muy conocido. Sin duda alguna hay mucha controversia al respecto. Pero el Libro de Mormón siempre ha dicho la verdad y nunca ha sido acusado de mentira con bases firmes.

Los códices están llenos de ejemplos del Dios barbado que vino a este continente.

Quetzalcóatl se conoció en todo el continente americano. En Mesoamérica al "Mesías" se le nombró en diferentes lenguas: Kukulcán entre los mayas, Cocijo entre los zapotecas, tiempo mas atrás le llamaron "Pecocha", que significa profeta. (Manuel Martínez Gracida, "La familia del rey Cosijoeza").                  

Los mayas quichés de Guatemala, le llamaron Gucumatz.

Para todas las culturas prehispánicas, fue el mismo dios con diferente nombre. El Dios que vino a este continente después de su resurrección, el que descendió del  cielo a la” Tierra Prometida”, lo llamaron Quetzalcóatl, nosotros sabemos que fue el "Mesías Resucitado". Todo Mesoamérica lo supo, por lo mismo fue representado de diferentes maneras: Dios del viento, del agua, del fuego, de la naturaleza, etc.

Como ya dije anteriormente, al Mesías se le representó como la serpiente voladora, dicha representación se puede observar en el hermoso vuelo del quetzal. Volando parece una serpiente voladora.

El quetzal es un ave maravillosa que se reproduce en Mesoamérica, sus plumas fueron utilizadas en penachos, por los principales gobernantes.

Todo sacerdote de Quetzalcóatl, utilizó plumas de la preciosa ave para significar su divinidad.

Los códices muestran a Quetzalcóatl con plumas de quetzal en su cabeza.

Un evento de tal magnitud, como fue la visita de un ser resucitado como Jesucristo a América, no paso inadvertido, por eso las culturas mesoamericanas, le inmortalizaron en códices, templos y leyendas.

Aún en la Conquista, Los mismos españoles se sorprendieron al enterarse de que los pueblos de Mesoamérica esperaban al Dios de vestimenta blanca y barbado.

Me han preguntado ¿porque razón, hay leyendas o historias de Jesucristo apareciendo en otros lados del nuestro mismo continente?, insinuando que el Libro de Mormón sucedió en sus países de origen?

Les contesto que es muy posible que una vez que Jesucristo apareció en Zarahemla (pensando hipotéticamente que fue en Mesoamérica), pudo visitar otros paises sin ningun problema, ya que incluso él mencionó que tenía otras ovejas que debía de visitar.

Y no se refería a la misma escritura que está en la Biblia arriba citada, sino que son unas palabras que cito, ya estando en América. Pocas personas se dan cuenta de la importancia de ésta escritura porque la confunden con las palabras que citó estando en Jerusalén, pero ésta que a continuación cito, la dijo ya estando en América, lo que significa que se refería a otras ovejas, que no eran de Jerusalén, ni de Mesoamérica (en el caso de ser la tierra del Libro de Mormón, sino que se refiere a otros lugares, seguramente suramérica y/o norteamérica, o las islas del pacifico:

Y en verdad, en verdad os digo que tengo otras ovejas que no son de esta tierra, ni de la tierra de Jerusalén, ni de ninguna de las partes de esa tierra circundante donde he estado para ejercer mi ministerio”. (3 Nefi 16:1)

En resumen, El Libro de Mormón relata la visita de Cristo al continente americano después de su resurrección, este acontecimiento único también quedó registrado en las culturas de Mesoamérica; Tanto en códices, en piedra y en leyendas, se escribió de la visita del Mesías a las culturas prehispánicas de este continente.

Las culturas mesoamericanas le llamaron Quetzalcóatl, nombre que significa “serpiente emplumada”, para significar los atributos del Dios que del cielo bajó a la Tierra para ministrar a los hombres.

Las evidencias del Mesías en nuestro continente están por todos lados, no solo en textos de los cronistas españoles de la época prehispánica, sino en monolitos, códices, estelas, etc. es cuestión de saber verlas.

Cristo vino a América y les dijo a sus pobladores: "Y de cierto os digo que vosotros sois aquellos de quienes dije: Tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo yo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño y un pastor".

Gracias y hasta la próxima.

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Lecturas consultadas:

“Ehecatl Quetzalcoatl del Horizonte Preclasico”. Página 50.

https://cdigital.uv.mx/.../123456789/3305/1957002P45.pdf...

“Quetzalcoatl en el Clásico”.

https://www.museivaticani.va/.../collez.../quetzalcoatl.html

“El laberinto de Quetzalcóatl”

http://www.scielo.org.mx/pdf/ep/n3/0185-1616-ep-03-61.pdf




lunes, 14 de octubre de 2024

“LOS SACRAMENTOS ENTRE LOS AZTECAS”

Por el Prof. Javier Tovar – De Central de las Escrituras.

Hoy les daré a conocer un tremendo paralelismo que encontré entre el Sagrado Libro de Mormón y una costumbre ancestral azteca, relacionada con la práctica de tomar sacramentos, que los Santos de los Últimos Días conocemos perfectamente, porque la celebramos cada domingo.

Como sabemos, en el Libro de 3 Nefi está una escritura donde relata como Jesucristo, luego de su Resurrección vino a este continente, ministró y enseñó acerca de los sacramentos (pan y agua).

Los sacramentos entre los nefitas.

Una vez que vino a América después de su Resurrección, enseñó como administrar los sacramentos:

Primero mandó a sus apóstoles que le llevaran pan y vino

“Y aconteció que Jesús mandó a sus discípulos que le llevasen pan y vino” (3 Nefi 18:1).

Posteriormente hizo lo que los santos de la Iglesia restaurada hacemos semanalmente, es decir, una vez bendecidos, comemos y bebemos:

“Y cuando los discípulos hubieron llegado con pan y vino, tomó el pan y lo partió y lo bendijo; y dio a los discípulos y les mandó que comiesen”. (3 Nefi 18:3).

Después les explico la razón de hacer esa ordenanza:

“Y haréis esto en memoria de mi cuerpo que os he mostrado. Y será un testimonio al Padre de que siempre os acordáis de mí…”. (3 Nefi 18:7).

Lo mismo sucedió con el vino:

“Y siempre haréis esto por todos los que se arrepientan y se bauticen en mi nombre; y lo haréis en memoria de mi sangre…” (3 Nefi 18:11).

El pan se comería en memoria (o representación) de su cuerpo, y el vino en memoria de su sangre.

Esta enseñanza quedó como mandamiento y costumbre en aquella cultura que la recibió directamente del Salvador, pero con el tiempo vino la apostasía y se olvidó el verdadero objetivo, quedando solo reminiscencias de una ordenanza completa y salvadora.

Los sacramentos entre los aztecas.

Hace mucho tiempo mi compañero Raúl Torres (q.e.p.d.), me comentó que había una relación muy clara entre los sacramentos como lo conocemos hoy en nuestra iglesia, y los sacramentos prehispánicos, específicamente entre los aztecas. Me lo dijo hace mucho tiempo, y ahora puede investigar un poco y encontré bibliografía al respecto.

Resulta que el tiempo había borrado la perfección del mandamiento dado por el Salvador a los nefitas, y ahora los aztecas realizaban la ceremonia de una manera diferente.

Aun así, quedé muy sorprendido al saber que la ordenanza de los sacramentos, se siguió llevando entre los aztecas (a su manera), 1500 años después de que Cristo la enseñara a los nefitas (muy probablemente en tierras mesoamericanas).

En la revista de “Arqueología Mexicana”, se reseña una actividad religiosa entre los aztecas o mexicas, donde hacían una figura humana con amaranto (dulce mexicano con miel o azúcar), y en festividades importantes, se los comían en honor de un dios, generalmente Huitzilopochtli. Aquí la nota bibliográfica:

En las fiestas dedicadas a Huitzilopochtli (Dios de la guerra) … las mujeres elaboraban una figura del dios con tzoalli (amaranto)…los molían, y suponemos que se tostaban muy delicadamente, pues con la harina “muy sutil” se amasaba y forjaba el cuerpo del numen (Dios)... Este proceso seguramente también se utilizaba en la elaboración de imágenes de otras divinidades… los que iban a morir eran alimentados ritualmente con unos tamales “rollizos” (color rojo), de amaranto” (Arqueología Mexicana núm. 138, pp. 26-33.)

Después que la sagrada ordenanza de tomar el pan y el agua, la enseñara Jesucristo a los pobladores de América, con el tiempo se desvirtuó, de tal manera que solo quedaron pedacitos de simbolismos. Por ejemplo, los aztecas hacían una figura humana (estatua, dice el cronista), donde la agregaban al amaranto el color rojo, supongo que, para simbolizar la sangre (y dicho color lo sacaban de un gusano), para que el alimento fuera como el cuerpo y la sangre del dios Huitzilopochtli.

Aquí está la referencia:

Según Alvarado Tezozómoc, Huitzilopochtli, después de una sangrienta batalla, ordenó: “haced de mi propio cuerpo una estatua llena de izcahuitli”, “un gusano o marisco (de lagunas), rojo como sangre”. (Arqueología Mexicana núm. 138, pp. 26-33.)

En otra parte de las crónicas españolas se dice algo que es sumamente relevante:

“... Este mismo religioso dominico (Durán), dice que las representaciones de los dioses hechas con tzoalli (amaranto), eran hechas por gente común, que …ingería las imágenes de tzoalli como un acto de expulsión de males o de prevención, de alianza o renovación. (Arqueología Mexicana núm. 138, pp. 26-33.)

Dice el cronista que comían las figuras con la representación de sus dioses, como un acto de renovación. Imaginen que los aztecas comían el cuerpo de su dios Huitzilopochtli como un acto de alianza y renovación.

La relación es magnífica porque nosotros en la Iglesia Restaurada comemos y bebemos de manera simbólica, el cuerpo y la sangre, representado por del pan y del aguan entre otras cosas para renovar nuestros convenios.

(Representación pictográfica de Huitzilopochtli)

En resumen.

Jesucristo vino a América después de su Resurrección e instituyó los sacramentos utilizando pan y vino, para que una vez bendecido, lo comieran en memoria de su cuerpo, recordando lo que hizo por ellos.

Ese mismo sacramento se perdió con el pasar del tiempo, incluso por la misma apostasía, de tal forma que lo encontramos entre los aztecas, pero de manera tergiversada. Lo rescatable del asunto es que, a pesar de más de 1500 años después de que Cristo lo enseñó a los nefitas, el pueblo azteca, aún celebraban el sacramento del pan, con la figura del cuerpo de su principal dios, hecha de amaranto (conocido también como "alegría), y a veces pintado de color rojo simbolizando la sangre. Lo comían para su renovación y para recordarlo siempre.

Este conocimiento es otro granito de los muchos que hay para mostrar que efectivamente Cristo vino a América, que se enseñaron los sagrados sacramentos y que efectivamente el Libro de Mormón es histórico. Para mí es un paralelismo impresionante que deseo haya sido interesante para ustedes, tanto como lo fue para su servidor.

Quedan pendiente el tema del vino en América en épocas prehispánicas, pero eso lo abordaremos en otro momento.

Gracias y hasta la próxima.


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lunes, 7 de octubre de 2024

ALMA Y KORIHOR- DIFERENTES VISIONES.
Por Prof. Javier Tovar – Central de las Escrituras.

Estaba analizando el Libro de Mormón y encontré lo que considero un tesoro espiritual; no es tema arqueológico, pero igual puede ser de utilidad.
Anteriormente me preguntaba porque en el Libro de Alma 30, narra que Korihor no podía ver el poder de Dios en lo que lo rodeaba, y hoy volví a pensar en el tema.
Me pregunté ¿por qué razón no podía ver lo que Alma veía claramente?, y esto es lo que encontré:
En una discusión entre Alma y el anticristo Korihor (en el año 76 a.C.), se escribió lo siguiente:
“…si me muestras una señal para que me convenza de que hay un Dios, si, muéstrame que tiene poder, y entonces quedaré convencido de la verdad de tus palabras”. (Alma 30:43).
Korihor, entre otras cosas, negaba la existencia de Dios, pedía señales a Alma, y enseñaba que la Expiación no era cierta, sino que cada hombre en esta vida, a cada uno le tocaba de acuerdo con su habilidad.

Alma le contestó:
“…Ya has tenido bastantes señales; ¿quieres tentar a tu Dios? ¿Dirás: Muéstrame una señal, cuando tienes el testimonio de todos estos tus hermanos, ¿y también de todos los santos profetas? Las Escrituras están delante de ti; “…sí, y todas las cosas indican que hay un Dios, sí, aun la tierra y todo cuanto hay sobre ella, sí, y su movimiento, sí, y también todos los planetas que se mueven en su orden regular testifican que hay un Creador Supremo”. (Alma 30:44).
Seguramente les ha pasado que cuando no estamos viviendo los mandamientos, no podemos ver con claridad las cosas de nuestro alrededor. No podemos ver con detenimiento el cielo, el sol, las nubes. Es más, a veces no vemos nada de lo que nos rodea.
En cambio, cuando tenemos la inspiración del Espíritu Santo, por estar en armonía con Dios, nuestra visión de la vida es maravillosa.
Cuando estamos viviendo el evangelio de Jesucristo, podemos ver la belleza de las montañas, el verdor de los árboles, la forma de las nubes. Podemos incluso maravillarnos por las flores, nuestro espíritu se ensancha de alegría por ver cada detalle de la naturaleza.
Es evidente la diferencia entre ver espiritualmente y ver temporalmente.
Cuando vemos con los ojos espirituales el cielo, los planetas, la luna, las flores, nos da alegría, nuestra mente se aclara hasta podemos sentimos latir más fuerte nuestro corazón. Cuando no tenemos el espíritu, cuando estamos alejados de Dios. Nada tiene significado para nosotros.
Eso le pasó a Korihor , él no tenía el espíritu. El versículo 44 del mismo Libro dice: “…Ya has tenido bastantes señales”. Y Korhior, no podía ver ninguna señal ni las maravillas que lo rodeaban (que eran el testimonio del Dios vivo).
Por otro lado, Alma podía ver claramente el poder divino en dichas creaciones: “…la tierra y todo cuanto hay sobre ella…”. (Alma 30:44).
Ver con ojos espirituales es muy diferente que ver con ojos naturales. Las escrituras de Alma arriba citadas, nos enseña a notar las diferencias.
Korihor ya no podía ver el poder de Dios en las cosas que lo rodeaban, porque estaba cegado y había sido engañado por el diablo, enseñando sus actos inmorales y destructivo.
En cambio, Alma podía ver dicho poder en todo su esplendor, tanto en las montañas, en el giro de los planetas y en todas sus creaciones, porque era un discípulo de Jesucristo.
No cabe duda de que es una enseñanza sencilla, pero magnífica.


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