GRABADOS DE "LA CREACIÓN" EN LAS ESTELAS DE IZAPA.
(Relatos del Popol Vuh que están tallados en las estelas).
Enlace para Latinoamérica de Central de El Libro de Mormón).
“Ésta es la relación de cómo todo estaba en suspenso, todo en calma, en silencio; todo inmóvil, callado, y vacía la extensión del cielo.Ésta es la primera relación, el primer discurso.No había todavía un hombre, ni un animal, pájaros, peces, cangrejos, árboles, piedras, cuevas, barrancas, hierbas, ni bosques: sólo el cielo existía.
No se manifestaba la faz de la tierra. Solo estaban el mar en calma y el cielo en toda su extensión.No había nada que estuviera en pie; solo el agua en reposo, el mar apacible, solo y tranquilo. No había nada dotado de existencia.”. (Popol Vuh. Las antiguas historias del Quiché. Notas Adrián Recinos, FCE, 1993 Pág. 23).
“Llevad la cabeza y ponedla en aquel árbol que está sembrado en el camino dijeron Hun-Came y Vucub-Camé. Y habiendo ido a poner la cabeza en el árbol, al punto se cubrió de frutas este árbol que jamás había fructificado antes de que pusieran entre sus ramas la cabeza de Hun-Hunahpú. Y a esta jícara la llamamos hoy la cabeza de Hun-Hunapú, que así se dice.Con admiración contemplaban Hun-Camé y Vucub-Camé el fruto del árbol. El fruto redondo estaba en todas partes; pero no se distinguía la cabeza de Hun-Hunhapú; era un fruto igual a los demás frutos del jícaro. Así aparecía ante todos los de Xibalbá cuando llegaban a verla.” (Popol Vuh. Las antiguas historias del Quiché. Notas Adrián Recinos. FCE, 1993 Pág. 57)
“Enseguida llamó Ixbalanqué a todos los animales, al pisote, al jabalí, a todos los animales pequeños y grandes, durante la noche, y a la madrugada les preguntó, cuál era su comida.¿Cuál es la comida de cada uno de vosotros?, pues yo he llamado para que escojáis vuestra comida, les dijo Ixbalanqué.Muy bien, contestaron. Y enseguida se fueron a tomar cada uno lo suyo, y se marcharon todos juntos…”“Detrás de ellos se había quedado la tortuga, la cual llegó contoneándose a tomar su comida. Y llagando al extremo del cuerpo, tomó la forma de la cabeza de Hunahpú, y al instante le fueron labrados los ojos.Muchos sabios vinieron entonces del cielo. El corazón de Cielo, Huracán, vinieron a cernerse sobre la Casa de los murciélagos.Y no fue fácil acabar de hacerle la cara, pero salió muy buena; la cabellera también tenía una hermosa apariencia, y asimismo pudo hablar.Pero como ya quería amanecer y el horizonte se teñía de rojo, -¡Oscurece de nuevo, viejo!, le fue dicho al zopilote.Está bien, contestó el viejo, y al instante oscureció el viejo. “Ya oscureció el zopilote”, dice ahora la gente”.
“Está es la historia de una doncella, hija de un Señor llamado Cuchumaquic.Llegaron [estas noticias] a oídos de una doncella, hija de un Señor. El nombre del padre era Cuchumaquic y el de la doncella Ixquic. Cuando ella oyó la historia de los frutos del árbol, que fue contada por su padre, se quedó admirada de oírla.-¿Por qué no he de ir a ver ese árbol que cuentan?, exclamó la joven. Ciertamente deben ser sabrosos los frutos de que oigo hablar. A continuación, se puso en camino ella sola y llegó al pie del árbol que estaba sembrado en Pucbal-Chah.-¡Ah!, exclamó, ¿qué frutos son los que produce este árbol? ¿No es admirable ver cómo se ha cubierto de frutos? ¿Me he de morir, me perderé si corto uno de ellos?, dijo la doncella.Habló entonces la calavera que estaba entre las ramas del árbol y dijo: -¿Qué es lo que quieres? Estos objetos redondos que cubren las ramas del árbol no son más que calaveras. Así dijo la cabeza de Hun-Hunahpú dirigiéndose a la joven. ¿Por ventura los deseas?, agregó.-Sí los deseo, contestó la doncella.-Muy bien, dijo la calavera. Extiende hacia acá tu mano derecha.-Bien, replicó la joven, y levantando su mano derecha, la extendió en dirección a la calavera.En ese instante la calavera lanzó un chisguete de saliva que fue a caer directamente en la palma de la mano de la doncella. Miróse ésta rápidamente y con atención la palma de la mano, pero la saliva de la calavera ya no estaba en su mano.-En mi saliva y mi baba te he dado mí descendencia (dijo la voz en el árbol). Ahora mi cabeza ya no tiene nada encima, no es más que una calavera despojada de la carne. Así es la cabeza de los grandes príncipes, la carne es lo único que les da una hermosa apariencia. Y cuando mueren espántense los hombres a causa de los huesos. Así es también la naturaleza de los hijos, que son como la saliva y la baba, ya sean hijos de un Señor, de un hombre sabio o de un orador. Su condición no se pierde cuando se van, sino se hereda; no se extingue ni desaparece la imagen del Señor, del hombre sabio o del orador, sino que la dejan a sus hijas y a los hijos que engendran. Esto mismo he hecho yo contigo. Sube, pues, a la superficie de la tierra, que no morirás. Confía en mi palabra que así será, dijo la cabeza de Hun-Hunahpú y de Vucub-Hunahpú”. (Popol Vuh. Las antiguas historias del Quiché. Notas Adrián Recinos, FCE, 1993 Págs. 58-59).
“ ¡Habla! -le dijeron al piojo.Y entonces dijo el mandado:- Ha dicho su abuela, muchachos: Anda a llamarlos; han venido mensajeros de Hun-Camé y Vucub-Camé para que vayan a Xibalbá, diciendo: Que vengan acá dentro de siete días para jugar a la pelota con nosotros, que traigan también sus instrumentos de juego, la pelota, los anillos, los guantes, los cueros, para que se diviertan aquí, dicen los Señores. De veras han venido, dice su abuela. Por eso he venido yo. Porque de verdad dice esto la abuela de ustedes y llora y se lamenta su abuela, por eso he venido.- ¿Será cierto? -dijeron los muchachos para sus adentros, cuando oyeron esto. Y yéndose al instante llegaron al lado de su abuela; sólo fueron a despedirse de su abuela.- Nos vamos, abuela, solamente venimos a despedirnos. Pero ahí queda la señal que dejamos de nuestra suerte: cada uno de nosotros sembraremos una caña, en medio de nuestra casa la sembraremos: si se secan, ésa será la señal de nuestra muerte. ¡Muertos son!, dirás, si llegan a secarse. Pero si retoñan: ¡Están vivos!, dirás, ¡oh abuela nuestra! Y tu, madre, no llores, que ahí os dejamos la señal de nuestra suerte -dijeron.Y antes de irse, sembró una [caña] Hunahpú y otra Ixbalanqué; las sembraron en la casa y no en el campo, ni tampoco en tierra húmeda, sino en tierra seca; en medio de su casa las dejaron sembradas”.
“El primero era la Casa Oscura, Quequm- ha, en cuyo interior sólo había tinieblas.Los castigos de Xibalbá eran numerosos, eran castigados de muchas maneras.El primero era la Casa Oscura, Quequma-ha, en cuyo interior solo había tinieblas.El segundo la Casa donde tiritaban, Xuxulim-ha, dentro de la cual hacia mucho frio. Un viento frio e insoportable soplaba en su interior.El tercero era la Casa de los tigres, Balami ha, así́ llamada, en la cual no había más que tigres que se revolvían, se amontonaban, gruñían y se mofaban. Los tigres estaban encerrados dentro de la casa.Zotzi-ha, la Casa de los murciélagos, se llamaba el cuarto lugar de castigo. Dentro de esta casa no había más que murciélagos que chillaban, gritaban y revoloteaban en la casa. Los murciélagos estaban encerrados y no podían salir.El quinto se llamaba la Casa de las Navajas, Chayin-ha, dentro de la cual solamente había navajas cortantes y afiladas, calladas o rechinando las unas con las otras dentro de la casa”.
“Y en seguida le cayó un piojo en la falda. Lo cogió́ y se lo puso en la palma de la mano, y el piojo se meneó y echó a andar.-Hijo mío, ¿te gustaría que te mandara a que fueras a llamar a mis nietos al juego de pelota?, le dijo al piojo. "Han llegado mensajeros ante vuestra abuela", dirás; "que vengan dentro de siete días, que vengan, dicen los mensajeros de Xibalbá; así́ lo manda decir vuestra abuela", le dijo está al piojo.Al punto se fue el piojo contoneándose. Y estaba sentado en el camino un muchacho llamado Tamazul, o sea el sapo.-¿A dónde vas?, le dijo el sapo al piojo.-Llevo un mandado en mi vientre, voy a buscar a los muchachos, le contestó el piojo al Tamazul.-Está bien, pero veo que no te das prisa, le dijo el sapo al piojo. ¿No quieres que te trague? Ya verás cómo corro yo, y así́ llegaremos rápidamente”.
“Dijo entonces Ixbalanqué a Hunahpú: -¿Comenzará ya a amanecer?, mira tú.-Tal vez sí, voy a ver, contestó éste.Y como tenía muchas ganas de ver afuera de la boca de la cerbatana, y quería ver si había amanecido, al instante le cortó la cabeza Camazotz y el cuerpo de Hunahpú́ quedó decapitado.Nuevamente preguntó Ixbalanqué́: -¿No ha amanecido todavía? Pero Hunahpú́ no se movía. - ¿A dónde se ha ido Hunahpú́? ¿Qué es lo que has hecho? Pero no se movía, y permanecía callado.Entonces se sintió́ avergonzado Ixbalanqué́ y exclamó: -¡Desgraciados de nosotros! Estamos completamente vencidos.Fueron en seguida a colgar la cabeza sobre el juego de pelota por orden expresa de Hun Camé y Vucub Camé, y todos los de Xibalbá́ se regocijaron por lo que había sucedido a la cabeza de Hunahpú́”. (Popol Vuh. Las antiguas historias del Quiché. Notas Adrián Recinos, FCE, 1993 Págs. 89).
“No tratéis de engañarnos, contestaron. ¿Acaso no tenemos conocimiento de nuestra muerte, ¡oh Señores!, y de que eso es lo que aquí́ nos espera? Y juntándose frente a frente, extendieron ambos los brazos, se inclinaron hacia el suelo y se precipitaron en la hoguera, y así́ murieron los dos juntos.Todos los de Xibalbá́ se llenaron de alegría y dando muchas voces y silbidos, exclamaban: -¡Ahora sí los hemos vencidos! ¡Por fin se han entregado!En seguida llamaron a Xulú y Pacam, a quienes [los muchachos] habían dejado advertidos, y les preguntaron qué debían hacer con sus huesos, tal como ellos les habían pronosticado. Los de Xibalbá́ molieron entonces sus huesos y fueron a arrojarlos al rio. Pero estos no fueron muy lejos, pues asentándose al punto en el fondo del agua, se convirtieron en hermosos muchachos. Y cuando de nuevo se manifestaron, tenían en verdad sus mismas caras”. (Popol Vuh. Las antiguas historias del Quiché. Notas Adrián Recinos, FCE, 1993. Pág. 94).
“Contaremos ahora el tiro de cerbatana que dispararon los dos muchachos contra Vucub Caquix, y la destrucción de cada uno de los que se habían ensoberbecido.Vucub Caquix tenía un gran árbol de nance, cuya fruta era la comida de Vucub Caquix. Éste venía cada día junto al nance y se subía a la cima del árbol. Hunahpú e Ixbalanqué habían visto que ésa era su comida. Y habiéndose puesto en acecho de Vucub Caquix al pie del árbol, escondidos entre las hojas, llegó Vucub Caquix directamente a su comida de nances.En este momento fue herido por un tira de cerbatana de Hun-Hunahpú, que le dio precisamente en la quijada, y dando gritos se vino derecho a tierra desde lo alto del árbol.Hun Hunahpú corrió́ apresuradamente para apoderarse de él, pero Caquis le arrancó el brazo a Hun Hunahpú y tirando de él lo dobló desde la punta hasta el hombro. Así le arrancó [el brazo] Vucub Caquix a Hun Hunahpú. Ciertamente hicieron bien los muchachos no dejándose vencer primero por Vucub Caquix.Llevando el brazo de Hun Hunahpú se fue Vucub-Caquix para su casa, a donde llegó sosteniéndose la quijada”. (Popol Vuh. Las antiguas historias del Quiché. Notas Adrián Recinos, FCE, 1993 Págs. 35).
“Los Señores estaban asombrados. -¡Sacrificaos ahora a vosotros mismos, que lo veamos nosotros! ¡Nuestros corazones desean verdaderamente vuestros bailes!, dijeron los Señores.-Muy bien, Señor, contestaron. Y a continuación se sacrificaron. Hunahpú fue sacrificadopor Ixbalanqué; uno por uno fueron cercenados sus brazos y sus piernas, fue separada su cabeza y llevada a distancia, su corazón arrancado del pecho y arrojado sobre la hierba. Todos los Señores de Xibalbá estaban fascinados. Miraban con admiración, y sólo uno estaba bailando, que era Ixbalanqué.-¡Levántate!, dijo éste, y al punto volvió a la vida. Alegrarnos mucho [los jóvenes] y los Señores se alegraron también. En verdad, lo que hacían alegraba el corazón de Hun- Camé y Vucub Camé y éstos sentían como si ellos mismos estuvieran bailando.Sus corazones se llenaron en seguida de deseo y ansiedad por los bailes de Hunahpú e Ixbalanqué. Dieron entonces sus ordenes Hun Camé y Vucub-Camé.-¡Haced lo mismo con nosotros! ¡Sacrificadnos!, dijeron. ¡Despedazadnos uno por uno!, les dijeron Hun Camé y Vucub Camé a Hunahpú e Ixbalanqué.-Está bien; después resucitareis. ¿Acaso no nos habéis traído para que os divirtamos a vosotros, los Señores, y a vuestros hijos y vasallos?, les dijeron a los Señores.Y he aquí́ que primero sacrificaron al que era su jefe y Señor, el llamado Hun Camé, rey de Xibalbá.Y muerto Hun Camé, se apoderaron de Vucub-Camé. Y no los resucitaron”. (Popol Vuh. Las antiguas historias del Quiché. Notas Adrián Recinos, FCE, 1993 Págs. 97-98).
“A continuación les preguntó Cabracán a Hunahpú e Ixbalanqué: -¿Qué venís a hacer aquí? No conozco vuestras caras. ¿Cómo os llamáis?, dijo Cabracán.-No tenemos nombre, contestaron aquéllos. No somos más que tiradores con cerbatana y cazadores con liga en los montes. Somos pobres y no tenemos nada que nos pertenezca, muchacho. Solamente caminamos por los montes pequeños y grandes, muchacho. Y precisamente hemos visto una gran montaña, allá donde se enrojece el cielo. Verdaderamente se levanta muy alto y domina la cima de todos los cerros. Así es que no hemos podido coger ni uno ni dos pájaros en ella, muchacho. Pero ¿es verdad que tú puedes derribar todas las montañas, muchacho?, le dijeron Hunahpú e Ixbalanqué a Cabracán.-¿De veras habéis visto esa montaña que decís? ¿En dónde está? En cuanto yo la vea la echaré abajo. ¿Dónde la visteis?-Por allá está, donde nace el sol, dijeron Hunahpú e Ixbalanqué.-Está bien, enseñadme el camino, les dijo a los dos jóvenes.-¡Oh, no!, contestaron éstos. Tenemos que llevarte en medio de nosotros: uno irá a tu mano izquierda y otro a tu mano derecha, porque tenemos nuestras cerbatanas, y si hubiere pájaros les tiraremos.Y así iban alegres, probando sus cerbatanas; pero cuando tiraban con ellas, no usaban el bodoque de barro en el tubo de sus cerbatanas, sino que sólo con el soplo derribaban a los pájaros cuando les tiraban, de lo cual se admiraba grandemente Cabracán.En seguida hicieron un fuego los muchachos y pusieron a asar los pájaros en el fuego, pero untaron uno de los pájaros con tizate, lo cubrieron de una tierra blanca.-Esto le daremos, dijeron, para que se le abra el apetito con el olor que despide. Estenuestro pájaro será́ su perdición. Así como la tierra cubre este pájaro por obra nuestra, así́ daremos con él en tierra y en tierra lo sepultaremos.-Grande será́ la sabiduría de un ser creado, de un ser formado, cuando amanezca, cuando aclare, dijeron los muchachos.-Como el deseo de comer un bocado es natural en el hombre, el corazón de Cabracán está ansioso, decían entre sí Hunahpú e Ixbalanqué…”.
“…En seguida lo amarraron los muchachos. Atáronle los brazos detrás de la espalda y le ataron también el cuello y los pies juntos. Luego lo botaron al suelo, y allí́ mismo lo enterraron.De esta manera fue vencido Cabracán tan sólo por obra de Hunahpú e Ixbalanqué. No sería posible enumerar todas las cosas que estos hicieron aquí́ en la tierra”. (Popol Vuh. Las antiguas historias del Quiché. Notas Adrián Recinos, FCE, 1993 Págs. 45-47).
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